lunes, 28 de junio de 2010

Hablar por tu cuenta

Si hay un elemento que resaltar en la problemática del aislamiento y la exclusión de los pueblos originarios, es el dela comunicación entre ellos y los no aborígenes, siempre atravesada por los intereses de los poderosos, producida mediante medios que ya en si mismos fueron y son herramientas de dominación, y en la cual las realidades se distorsionan, se mediatizan, y no se ven igual, no significan lo mismo para unos que para otros.

Quizás las armas, la cárcel, la pobreza, hayan sido protagonistas de la dominación de las culturas nativas por parte de las culturas conquistadoras, pero ninguna de ellas podría haber existido si no hubiera habido discursos que las legitimen, que les den razón de ser, que nos hagan creer que está bien que los aborígenes estén lejos de nosotros, que no tengan acceso a la tecnología, que sean pobres, y hasta (como aún pasa en Chile con los mapuches) que sean perseguidos por la policía y puestos tras las rejas.

Las batallas mas cruentas de toda guerra de dominación se libran dentro de las cabezas. Para eliminar las posibilidades de que los oprimidos se levantasen, se instaló la idea de que ellos estaban bien así, incluso quizás mejor que antes.

Documentos como “La guerra por otros medios” nos muestran que hoy ha llegado la hora de que los pueblos olvidados de Latinoamérica demuestren que están ahí, que no son inferiores a nadie, y que forman parte de la sociedad que los intenta excluir.

Este cambio debe ser producido por ellos, como lo demuestran experiencias como las de “Video en las aldeas”. Mediante el acceso a las tecnologías y las técnicas necesarias para usarlas (Y con esto me refiero no sólo a la comunicación “hacia fuera”, sino también al acceso a los medios de comunicación que les llevan una visión de lo que pasa en el mundo exterior, y al “saber como usarlos”, porque no se trata de tener una cámara y un televisor y nada mas, hay que saber cómo registrar lo que nos acontece, y cómo leer críticamente lo que los demás nos muestran) y sin que nadie los condicione en lo que hacen. Hablando por cuenta propia, no en base a los intereses de algún político, o alguna empresa.

Nosotros debemos ayudarlos, claro está, poniendo en duda las ideas que nos decían que “el indio vive feliz en la selva”, ayudando a que se les suministre lo necesario para expresarse y estimulándolos para que lo hagan, para que entiendan lo importante, pero ellos son los que deben mostrar que tienen potencial, que saben que quieren lograr, que hacer… En otras palabras, que no son tontos, como se los quiere pintar.

Algunos hechos recientes, como el bicentenario de los pueblos, y la puesta en marcha de la ley de servicios audiovisuales, nos dan buenas expectativas del futuro de este proceso, es importante que sigamos pujando por el, y que la fuerza que lleva este tren adelante venga desde abajo, que sean todos los vagones los que empujan, y no que, como a veces pasa, una locomotora se de el lujo de arrastrar los carros por las vías que ella elige y a la velocidad que quiere.

Necesitamos caminar solos


Ce-Acatl 64, septiembre de 1994

A veces siento que los indios esperamos
que llegue un hombre que todo lo puede
que todo lo sabe, que puede ayudar
a resolver todos nuestros problemas.

Pero ese hombre
que todo lo puede y todo lo sabe,
nunca llegará, porque vive en nosotros,
se encuentra con nosotros,
camina con nosotros.

Empieza a querer despertar,
aún duerme.

Eliana Lacerenza y Lisandro Amado

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