martes, 13 de julio de 2010

Carta pública de Pichún Pascual Collonao desde la carcel de Traiguén

La Comisión Pascual Libre de Argentina viajó a la IX Región del país trasandino para visitar al periodista Pascual Pichún Collonao, brindar solidaridad a su familia y a su comunidad de Temulemu, e interiorizarse sobre la persecución político-judicial contra el pueblo mapuche. Por intermedio de la Comisión, Pascual hizo llegar esta carta pública que transcribimos y difundimos.



Domingo 11 julio 2010

Hace frío, estoy sentado en un rincón, en mi “carreta”, es el nombre que los presos le ponen a los lugares donde se come y de comparten los mates, cigarrillos y charlas de la vida.

Es la “casa”, el único espacio que siente propio y privado el reo, en un lugar donde no existe privacidad como es la cárcel.

Afuera esta lloviendo y pienso en tanta gente que esta sufriendo, en mi familia, en nuestra gente de las comunidades que sufre el abandono y maltrato de este Estado que nos somete pero al mismo tiempo no se hace cargo de nosotros, roba nuestros recursos, y nos obliga a resistir por nuestras vidas, reinvindicando a nuestros antepasados y mata y encarcela a los que luchamos por nuestra gente hoy.

Esas son las contradicciones de este Estado que celebra su bicentenario y paradoja de por medio sufrió el peor desastre natural con el terremoto del 27 de febrero.

Es sorprendente como los medios de comunicación oficial prácticamente han dado vuelta la hoja, nada se sabe de las que hoy sufren el abandono de este gobierno en los lugares más golpeados por este desastre. En teoría Piñera y su equipo trabajan las 24 horas del día por la gente, pero la única vez que se los vieron fue el pasado 16 y 21 de junio en un zafari del presidente para ver los dos triunfos de la selección que ganó después de muchos años.



Así como Chile se fue de Sudáfrica, así también Piñera se fue del sur del país y se olvido de los que en estas torrenciales lluvias, están viviendo en carpas y en improvisadas casillas mal construidas.

La situación mapuche ni hablar, sumado a la extrema pobreza que obligan a vivir a nuestra gente. Esto como causa de las políticas de explotación indiscriminadas de los recursos de nuestro territorio. Y con este terremoto se padece la destrucción de casas, caminos cortados, puentes rotos que dejo prácticamente incomunicados a miles de familias en los sectores rurales.

Piñera hace poco vino hasta la novena región, en su visita anunció el famoso “Plan Araucanía” que no es otra cosa más que mejorar los subsidios a los latifundistas y empresas forestales, sumando a ella mas seguridad a sus inversiones.

¿Y los mapuches se preguntaran Usted? Más represión, más división al interior de las comunidades para desarticular sus demandas y claro, más cárceles grandes y seguras.

Ante esta situación y el futuro inmediato que la espera a nuestra gente no queda otra alternativa que comprometernos aún más, que nuestros weichafes se esfuercen aún más en su compromiso con sus comunidades, con su gente.

Nuestra existencia como mapuche no tiene valor si no es comprometido con nuestra historia, con el legado que nos dejaron nuestros antepasados. Es por ello que no nos rendimos ante la represión, ante la cárcel y cada día abrazamos con más fuerzas el sueño de la libertad de nuestro Pueblo.



- Al número peñi ! – me llaman. Es hora de que nos cuenten, somos 20 reos en este modulo, la mayoría de ellos mapuche, que son consecuencia de la invasión a nuestro territorio y sometimiento a nuestra gente.

- Paró la lluvia, parece que va a salir el sol peñi – me dice uno de ellos, mientras me invita a caminar un rato por el pequeño patio.

- Así parece peñi, después de la lluvia siempre sale el sol – le respondo.

Pascual Pichún Collonao, preso político mapuche del estado chieno

(http://argentina.indymedia.org/features/pueblos/)

Pascual Pichún

Comunicado de la comisión Pascual Libre Argentina del 2 de junio (Copiado de www.indymedia.org)
Pascual Pichún Collonao es comunicador mapuche, tiene 27 años, es alumno de la Facultad de Periodismo de la UNLP, Argentina y se encontraba en el país desde 2005, tras haber obtenido por parte de las autoridades argentinas la residencia transitoria. Es alumno de cuarto año, es colaborador ad-honorem en la Secretaría de Derechos Humanos de esta unidad académica, e integra distintos proyectos de extensión de la UNLP. Como comunicador participa de varios espacios de comunicación en defensa de los derechos de los pueblos indígenas.

Fue detenido el 26 febrero del corriente año por personal de inteligencia de Carabineros en Temuco, Chile, está preso en la cárcel de Traiguén, junto a otros presos políticos mapuces.

Chile tiene en vigencia la Ley Antiterrorista que impuso Pinochet, lamentablemente esta ley hoy se aplica en los conflictos políticos y es considerada por los organismos de Derechos Humanos como una herramienta de persecución y represión que ha elevado a más de 70 el número de detenidos mapuces. Esta ley viola la garantía al Debido Proceso, y permite que sean los Tribunales militares quienes juzguen a civiles, testigos “sin rostro”, lo cual viola abiertamente la independencia e imparcialidad, requeridas por los tratados de derechos humanos ratificados por Chile, entre ellos el Pacto de San José de Costa Rica. A la vez que desconoce otros instrumentos jurídicos que amparan los derechos de los Pueblos Originarios en el ámbito internacional como el Convenio 169 de la OIT, la Declaración de la ONU sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas.

Rodolfo Stavenhagen, Relator Especial de la Comisión de DDHH de la ONU sobre los pueblos indígenas, instó al gobierno chileno a no utilizar cargos tomados de otros contextos, como el terrorismo, "a hechos relacionados con la lucha social por la tierra y los legítimos reclamos indígenas".

Pascual es considerado prófugo de la Justicia chilena desde 2003, cuando fue condenado a cinco años y un día de prisión, conjuntamente con su hermano Rafael. En esas circunstancias, fue procesado en un juicio claramente irregular, como autor de un atentado incendiario cometido a un camión maderero en el año 2002 en las cercanías del pueblo donde vive junto a su familia.

Paralelamente, incluso, al padre de Pascual se lo condenó con la Ley Antiterrorista que impone penas tres veces superiores para delitos comunes. En la actualidad, las comunidades mapuces denuncian que esta ley es usada exclusivamente para causas relacionadas con la movilización del pueblo mapuce en Chile, e identifican el caso de la familia Pichún como uno de los ejemplos más emblemáticos de persecución judicial y política por parte del Estado Chileno.

Exigimos la libertad inmediata de Pascual Pichún y el cese de hostilidades a su familia y a su pueblo. No más presos políticos en Democracia, No a la Ley dictatorial antiterrorista que sirvió y sirve para reprimir militantes políticos e indígenas.

Exigimos que se respeten los derechos de los pueblos originarios en Chile ya que hoy padecen una ciudadanía restringida contraria a los valores y principios democráticos.

Libertad A Pascual y a todos los presos políticos del Estado de Chile.
No a la ley anti terrorista de Pinochet.

lunes, 28 de junio de 2010

Hablar por tu cuenta

Si hay un elemento que resaltar en la problemática del aislamiento y la exclusión de los pueblos originarios, es el dela comunicación entre ellos y los no aborígenes, siempre atravesada por los intereses de los poderosos, producida mediante medios que ya en si mismos fueron y son herramientas de dominación, y en la cual las realidades se distorsionan, se mediatizan, y no se ven igual, no significan lo mismo para unos que para otros.

Quizás las armas, la cárcel, la pobreza, hayan sido protagonistas de la dominación de las culturas nativas por parte de las culturas conquistadoras, pero ninguna de ellas podría haber existido si no hubiera habido discursos que las legitimen, que les den razón de ser, que nos hagan creer que está bien que los aborígenes estén lejos de nosotros, que no tengan acceso a la tecnología, que sean pobres, y hasta (como aún pasa en Chile con los mapuches) que sean perseguidos por la policía y puestos tras las rejas.

Las batallas mas cruentas de toda guerra de dominación se libran dentro de las cabezas. Para eliminar las posibilidades de que los oprimidos se levantasen, se instaló la idea de que ellos estaban bien así, incluso quizás mejor que antes.

Documentos como “La guerra por otros medios” nos muestran que hoy ha llegado la hora de que los pueblos olvidados de Latinoamérica demuestren que están ahí, que no son inferiores a nadie, y que forman parte de la sociedad que los intenta excluir.

Este cambio debe ser producido por ellos, como lo demuestran experiencias como las de “Video en las aldeas”. Mediante el acceso a las tecnologías y las técnicas necesarias para usarlas (Y con esto me refiero no sólo a la comunicación “hacia fuera”, sino también al acceso a los medios de comunicación que les llevan una visión de lo que pasa en el mundo exterior, y al “saber como usarlos”, porque no se trata de tener una cámara y un televisor y nada mas, hay que saber cómo registrar lo que nos acontece, y cómo leer críticamente lo que los demás nos muestran) y sin que nadie los condicione en lo que hacen. Hablando por cuenta propia, no en base a los intereses de algún político, o alguna empresa.

Nosotros debemos ayudarlos, claro está, poniendo en duda las ideas que nos decían que “el indio vive feliz en la selva”, ayudando a que se les suministre lo necesario para expresarse y estimulándolos para que lo hagan, para que entiendan lo importante, pero ellos son los que deben mostrar que tienen potencial, que saben que quieren lograr, que hacer… En otras palabras, que no son tontos, como se los quiere pintar.

Algunos hechos recientes, como el bicentenario de los pueblos, y la puesta en marcha de la ley de servicios audiovisuales, nos dan buenas expectativas del futuro de este proceso, es importante que sigamos pujando por el, y que la fuerza que lleva este tren adelante venga desde abajo, que sean todos los vagones los que empujan, y no que, como a veces pasa, una locomotora se de el lujo de arrastrar los carros por las vías que ella elige y a la velocidad que quiere.

Necesitamos caminar solos


Ce-Acatl 64, septiembre de 1994

A veces siento que los indios esperamos
que llegue un hombre que todo lo puede
que todo lo sabe, que puede ayudar
a resolver todos nuestros problemas.

Pero ese hombre
que todo lo puede y todo lo sabe,
nunca llegará, porque vive en nosotros,
se encuentra con nosotros,
camina con nosotros.

Empieza a querer despertar,
aún duerme.

Eliana Lacerenza y Lisandro Amado

Los aborígenes en medio de la globalización

Las últimas generaciones jóvenes de las sociedades no indígenas nacen invadidas de tecnologías y medios de comunicación, con el cual van construyendo su identidad en un mundo plasmado de artefactos técnicos. Sin embargo, en la población joven perteneciente a comunidades indígenas se corre el riesgo de perder la cultura ancestral, ya que la implementación tecnológica a sus colectividades hizo que se fueran cambiando los modos de vida, hasta las maneras de construir su propia identificación.

Entendamos que los adolescentes no sólo están edificando su identidad de acuerdo a lo que vivieron en la tradición; costumbres, usos, creencias, lenguaje y vestimenta, sino que con la llegada de la globalización (proceso de expansión de la cultura europea y moderna a escala, como su nombre lo indica, global) están adquiriendo códigos globales que vienen desde los medios de comunicación o el uso de tecnologías.

Este proceso de definición identitaria resulta de por sí conflictivo pero en condiciones como las de los jóvenes indígenas resulta aún más complejo puesto que no sólo deben elegir sus referentes de identificación de elementos globales o tradicionales, sino que también deben ganar la aceptación de los adultos de su comunidad.

Ahora bien, el joven no solo se confronta a una cultura global, sino que además al estar introducidos en su tierras nativas se enfrenta al punto de vista de sus mayores. Aquí existe una discriminación, hasta me atrevo a decir que es una doble exclusión: una por ser joven; otra por ser indígena. La primera, por parte de sus mismos familiares; la segunda, por los blancos.

El enfoque del adulto siempre implica una visión negativa de la juventud a causa de que está en un proceso de madurativo, en busca de un sentido de pertenencia y de una identidad propia, porque está en la sangre de sus superiores querer continuar con lo tradicional pero, entonces es ahí cuando el adolescente hace una ruptura con su cultura y, al no tener apoyo familiar, optan por no reproducirla para luego meterse de lleno a una cultura consumista.



En esta imagen puede apreciarse la contradicción que hay entre las acciones de los originarios más grandes y sus posturas ideológicas, ya que hablan de que tienen un futuro perdido porque sus jóvenes están sometidos a un conocimiento más avanzada, a una cultura masiva, pero a su vez es tal el grado de invasión del proceso de globalización que hasta ellos mismos, quieran o no, consumen lo que les ofrece la cultura occidental o actúan de la manera que los hacen otros individuos.

No obstante, para los jóvenes indígenas o no, el consumo cultural es necesario porque es como una forma de identificación/diferenciación social y la consolidación de una cultura/mundo que repercute en los modos de vida, en el aprendizaje y en la interacción con los otros. Por otro lado, los medios de comunicación y las nuevas tecnologías son fundamentales en la configuración de nuevas formas de sociabilidad juvenil.

Al fin y al cabo, si la juventud aborigen no está en constante contacto con lo nuevo, con los medios de información y con los artefactos tecnológicos no tiene posibilidades de crecer en la esfera social, laboral y económica porque este conjunto de cosas son “indispensables” para el desarrollo humano. De ahí a que la globalización nos consuma a nosotros es otra cuestión a desarrollar aparte.

Eliana Lacerenza

domingo, 27 de junio de 2010

¿Globalizados o globalizadores?

Dice el sociólogo Daniel Mato que Felipe Tsenkush, un dirigente del pueblo Shuar de Ecuador, le comentó una vez en forma irónica que cada vez era mas difícil ser dirigente indígena. Decía que primero tuvo que aprender el idioma y las leyes de los conquistadores, con el tiempo debió aprender a viajar en avión, luego se vio en la necesidad de aprender a enviar un fax, y ahora a usar el correo electrónico.

En su artículo “Des-fetichizar la “globalización”: basta de reduccionismos, apologías y demonizaciones, mostrar la complejidad y las prácticas de los actores”, Mato nos da una muy interesante mirada sobre el fenómeno comúnmente denominado globalización, y como actúa en el caso de los pueblos originarios.

La mayoría de nosotros, al pensar en globalización, imaginamos la “M” de los McDonald’s instalada en ciudades de todo el mundo. Solemos ver este fenómeno como algo que va en una sola dirección, como una avalancha que nos envían desde los países “centrales” y nos aplasta a los habitantes de los periféricos, indefensos e inactivos.

Pero en ese texto, el autor explica cómo la globalización debe ser entendida como un conjunto de procesos sociales en los cuales se determinan relaciones entre actores sociales a niveles globales. No sólo lo que viene a nosotros globaliza; también nosotros podemos globalizar, y usar lo que nos esclaviza para nuestra liberación. Este blog es un ejemplo de ello. Yo escribo esto acá gracias a lo que las grandes empresas radicadas en Norteamérica y Europa crearon para su propio beneficio, dando vuelta la dirección del proceso de globalización.

Mato destaca la cooperación que se produce hoy entre comunidades aborígenes locales y diversos actores globales, como organizaciones de defensa de los derechos humanos, de defensa del medio ambiente, entes financieros y agencias gubernamentales de otras naciones. Así, logran ser escuchados y encontrar el apoyo que no reciben en sus propias naciones. Sin ir más lejos, en mi publicación anterior, en la cual mencioné el caso de un documental sobre los mapuches en el cual se los muestra como terroristas, e implícitamente se justifica el uso de la fuerza contra ellos, se podría incluir que desde la Organización de Naciones Unidas (ONU) se ha manifestado preocupación por el uso de la ley antiterrorista por parte del estado chileno, y los Comités de Derechos Humanos y de Eliminación de la Discriminación Racial de esa misma entidad recomendaron que esa ley deje de aplicarse en los conflictos de los mapuches.

En este sentido, podemos pensar la globalización “desde abajo”, en oposición a la globalización “desde arriba” que nos tiene tan acostumbrados.

En la película “La guerra por otros medios”, dirigida por Emilio Cartoy Díaz y Cristian Jure, la cual muestra claramente como los pueblos originarios están accediendo a los medios, (Y prácticamente nos ha servido de base para el desarrollo de este blog), podríamos tomar ejemplos de estos procesos de “globalización desde abajo”. Al comenzar la filmación, vemos un grupo de nativos del Amazonas, en su aldea, con una “notebook” con conexión a internet.

Utilizan el Google Earth (Para quienes no lo conocen, un programa de la poderosa compañía productora de “software” que sirve para ver cualquier lugar del mundo tal como si se estuviera viajando en avión sobre el, gracias a la recolección de infinidad de fotografías aéreas) para tener una vista general del área protegida en la cual viven, y así poder encontrar los lugares por los cuales entran a deforestar ilegalmente. Se ríen con ganas, porque en la pantalla aparece, flotando sobre las imágenes aéreas de su aldea, un cartel con algo sobre la defensa de los pueblos originarios escrito en inglés y una foto del jefe de la comunidad, quien sostiene la máquina frente a cada uno de sus compañeros.



Ahí podemos destacar, como mínimo tres procesos de globalización. Uno, el de las empresas que van a tirar abajo sus bosques. Otro, el de la computadora y todos sus programas insertándose en su vida. Y otro es el hecho de que haya una imagen de Almir (Así se llama el jefe) al lado de un texto en el cual su problemática es difundida, puesta a disposición del mundo entero.

Entonces vemos como no hay que tenerle miedo a la globalización. Por el contrario, debemos usar los procesos globalizadores a nuestro favor. Un pequeño grupo de personas que vive en la selva y no se relaciona con nadie fuera de ella poco puede hacer contra las empresas transnacionales que van a explotar los recursos naturales; pero al tener la posibilidad de transmitir sus propios mensajes al mundo entero, pueden encontrar otra gente que vea la justicia de sus pedidos, y entre todos, hacer la fuerza para derrotar a los grandes intereses económicos también globalizados.

Sobre esa necesidad de transmitir los mensajes alrededor del mundo es que trabaja el proyecto “Video en las aldeas” (Video nas aldeias), tratado en esa misma película. Video nas aldeias surgió en 1987 desde la organización no gubernamental Centro de Trabajo Indigenista (Centro de Trabalho Indigenista), en Brasil. La idea era dar a los pueblos las herramientas para producir su propio material audiovisual, en contraste con la clásica idea de los documentalistas que iban desde afuera a registrar lo que veían de los aborígenes.



El joven y apasionado cineasta guaraní tiene muchas ganas de mostrar la vida de su gente, pero los mayores suelen sentirse menos cómodos con el proyecto. Dicen que son cosas ajenas a ellos, y que no las deben hacer porque eso sería renunciar a su identidad. Pero en nuestro mundo inevitablemente global, ellos pueden seguir siendo lo que son, y ser aceptados, si y solamente si le permiten a
los demás saber sobre ellos, y tener su visión de lo que les pasa.



Los jóvenes aborígenes se ven hoy en una situación muy particular. Están viviendo esta época de cambios veloces en las tecnologías, en las formas de comunicación y en los alcances de éstas, desde su lugar que siempre ha sido excluido del “progreso”, y, si logran usar esto para entablar relaciones más equitativas con el resto de la sociedad, van a tener la oportunidad de acabar con las ideas anticuadas que giran en torno a ellos. Hablo de los jóvenes en especial, porque son ellos quienes pueden adaptarse mejor a las novedades, y quienes pueden transmitir el mensaje de cambio que necesitan. Sólo mediante su “conexión” al “mundo”, lograrán que éste los vea, los comprenda y preste atención a lo que dicen.

Roxana Morduchowicz, en su libro “Los jóvenes y las pantallas: Nuevas formas de sociabilidad”, lo deja muy claro, al hablar sobre la relación de la juventud con los medios de comunicación:

La relación de los jóvenes y las pantallas no puede tampoco abordarse sin tomar en cuenta las brechas sociales que existen entre los jóvenes “conectados”, y los “desiguales y desconectados”. Los incluidos son quienes están conectados. Y sus otros son los excluidos, quienes ven rotos sus vínculos al quedarse si trabajo, sin casa, sin conexión. Estar marginado es estar desconectado. El mundo se encuentra dividido entre quienes tienen domicilio fijo, documentos de identidad y de crédito, acceso a la información, dinero, y por otro lado, los que carecen de tales conexiones. Para millones, el problema es ser incluidos, llegar a conectarse, sin que se atropelle su diferencia ni se los condene a la desigualdad.

Aunque la autora lo halla pensado en el sentido urbano de “juventud”, creo que esa visión de conectados y desconectados se ve fuertemente en los pueblos originarios. Para poder “ser”, “estar ahí”, es necesario tener información de lo que les pasa a los demás, y mas que nada elevar nuestra propia voz, que todos puedan oírla.

Lisandro Amado

No todo es negativo cuando hablamos de avances tecnológicos

Mucho tienen que ver las innovaciones tecnológicas en las diferencias sociales que existen en todo el mundo. Hay países desarrollados que cuentan con los avances de primera categoría porque de ellos se exportan al resto del globo. A algunos les llega de manera inmediata, ya que es una de las características: la rapidez. Otros las obtienen tarde o ni siquiera las reciben. Pero, poco a poco esa insuficiencia se va eliminando.

Un claro ejemplo de esto son las comunidades aborígenes, las cuales no eran tenidas en cuenta a la hora de “repartir los nuevos avances”, pero tanto lucharon (y luchan) por sus derechos que ya dejaron de ser primitivas para introducirse en el universo tecnológico. Lo que no quiere decir que estén insertos totalmente en la sociedad, aun continúan luchando por eso. Pero les resulta de gran ayuda para fomentar su cultura.

Los indígenas lograron, por fin, contar con estudios de radio, con cámaras, con televisores y una gran cantidad de herramientas para poder difundir sus formas simbólicas, tradicionales y culturales. Aquí, entró en juego la división del Espacio-Tiempo, donde ya no era necesario que los receptores estén en el mismo contexto que el emisor para poder estar informado.

No nos olvidemos que a partir del surgimiento de los medios de comunicación masivos, las culturas mediáticas se fueron transformando, ya sean las de los países del Primer Mundo como las del Tercer Mundo. De ahí la aparición del término MEDIATIZACIÓN, que implica una transformación constante de los significados de un texto a otro, de un discurso a otro o de un acontecimiento a otro. En fin, es la circulación del significado que constituye más que un flujo o salida.

Volviendo a los pueblos autóctonos, podemos ver en el documental: “La guerra por otros medios”, dirigida por Cristian Jure y Emilio Cartoy Díaz, que las tecnologías en estas aldeas es muy aceptada porque por medio de ellas pueden hacerse oír. En el video, uno de los testimonios es de un indígena del territorio Suruí, Amazonia, llamado Almir Narayamoga, Jefe del clan Gamep, donde afirma que “maloca digital” (una revista electrónica) es como si fuera su casa y la de su gente, porque a través de ella pueden cuidar su territorio usando la tecnología, usando internet.

Cuenta que el primer contacto que tuvieron con sociedades no indígenas fue el 7 de septiembre de 1969. A causa de ello, los blancos llevaron consigo una gran cantidad de enfermedades y epidemias lo que provocó muchas muertes, quedando así, reducida la población. Aquella vez, el encuentro fue brusco ya que empezaron a deforestar toda la zona para construir rutas y colonizar. En tres años pasaron de ser 5000 personas a ser solamente 250, en ese momento ellos pensaban que podían defender sus derechos con el arco y la flecha, pero se dieron que cuenta que no funcionaba y cambiaron ese método por notebooks y cámaras para poder reclamar y defenderse.



A través de Google Earth pueden ver por dónde entran y qué zonas intentan deshabitar los hacendados, empresarios o madereros. Esto fue realmente un gran avance porque antes se turnaban para ir a cuidar el lugar y protegerla de los invasores, ahora las controlan mediante internet. Uno de ellos cuenta que los jóvenes no conocen la selva ni los peligros a los que está sometida, es por eso que les hacen ver videos que muestran cómo destruyen los recursos forestales para luego pastar y poner ganado.

Con todo lo dicho hasta el momento, quiero que todos aquellos que piensan que las tecnologías y los medios de comunicación solo sirven para distorsionar a las culturas establecidas y convertirlas en culturas masivas o mediáticas tienen una mirada errónea, porque de ellas se desprenden múltiples oportunidades, ya sean, laborales, comunicacionales, simbólicas, culturales, políticas o económicas.

A partir de hoy, creo que tenemos que dejar de lado esa subestimación o rechazo a los nuevos desarrollos de la tecnología para darle una buena y efectiva utilidad, porque al fin y al cabo, todo necesitamos de ellas para poder comunicarnos y difundir los recursos simbólicos que cada comunidad tiene. Y no sólo eso, sino que también no sirve para trasladarnos y a la vez estar informado, por ejemplo en el auto escuchando radio por el estéreo, o caminando con un mp3, hay muchas cosas de las cuales le podemos sacar provecho, todo el mundo tiene acceso, entonces no entiendo por qué todo el mundo se queja de ella.

Eliana Lacerenza

sábado, 26 de junio de 2010

La mediatización de la realidad aborígen

Una nota que leí hoy en el medio informativo electrónico mapuche www.mapuexpress.net, sobre un programa televisivo de Chile que, según denuncias de la agrupación de derechos humanos Liberar (www.liberar.cl) y del Observatorio Ciudadano (www.observatorio.cl), muestra una narración tergiversada de la realidad del pueblo mapuche, planteando su activismo como violento y terrorista, me hizo pensar en la mediatización.

La mediatización es un proceso por el cual, al ser transmitido, comunicado, a través de los medios, el significado de un hecho, o de un discurso, se transforma. Es decir, lo que sucede realmente, al ser “contado” por los medios de comunicación, o por las mismas personas, cambia. Como el juego del teléfono descompuesto, lo que nosotros podemos percibir de un hecho a través de lo que nos relatan instituciones o personas, está condicionado por la visión que ellos tengan del acontecimiento, y (muy importante) las relaciones de poder atravesadas en esa transmisión de información.

El programa, llamado “Contacto”, y emitido por el canal 13 de Chile, fue desarrollado por la Universidad Católica de ese país, y posiblemente, el hecho de que se muestre a los mapuches como terroristas (Según acusan los medios antes mencionados, se pusieron en escena argumentos de violencia y de peligro terrorista, sin explicar los problemas que sufre el pueblo mapuche y escondiendo el maltrato por parte de órganos estatales del que son víctimas) se deba a que los productores tienen interés en defender el accionar de la policía contra lo que consideran una amenaza terrorista.

Dicen que una imagen habla más que mil palabras, y para ejemplificar lo que dije, les voy a mostrar la realidad mapuche mostrada de dos maneras distintas:



(http://www.elmorrocotudo.cl/admin/render/noticia/13527)



(http://www.liberar.cl/web/index.php?option=com_content&view=article&id=165:canal-13-un-conacto-parcial&catid=10:editorial&Itemid=28)

Es notable como cambian los papeles entre una imagen y la otra. Sinceramente, no se cuando ni donde fueron tomadas, y si digo que es la policía chilena siendo atacada ferozmente o reprimiendo ferozmente (Según del punto de vista que se lo vea) por o a manifestantes mapuches, es porque confío en las fuentes que nos las proporcionan.

Esto nos habla claramente de la mediatización. La fotografía es una muy buena prueba de cómo funciona, porque al reproducir casi exactamente lo que se ve, suponen una narración muy buena y objetiva del hecho. Pero hay que tener en cuenta que el fotógrafo nunca va a tener una visión global y absoluta del acontecimiento, y además elige que es lo que quiere registrar, y de esa selección, a su vez, otros elegirán que se publica, y que no.

Cualquiera de esas dos fotos podría estar ilustrando la misma noticia, sobre una manifestación mapuche, pero la primera no nos va a causar la misma impresión que la primera.

Lamentablemente, estos procesos de mediatización suelen actuar muy desfavorablemente para los pueblos originarios. Si mal no recuerdo, la marcha por el bicentenario de los pueblos fue presentada por algunos canales de televisión, haciendo hincapié en las calles que se cortaban, y no en las razones que los llevaban a estar ahí.

La mediatización de lo aborigen se produce en todos los ámbitos por los cuales nos llega información sobre ellos, y a un nivel muy alto. Lo que los libros y los documentales suelen contarnos sobre ellos es el producto de lo que los investigadores y periodistas “blancos”, ven de los aborígenes. Muy pocas veces son ellos los que tienen la posibilidad de contar lo que les pasa y lo que hacen, mostrándose como ellos quieran, y las narraciones que se difunden en torno a ellos están impregnadas de visiones e intereses que les son ajenos.

Por eso es muy importante que, en la pregonada era de la información, las colectividades autóctonas puedan producir y distribuir sus propios mensajes, y así lograr que todos tengamos una visión más auténtica de lo que sucede.

Por Lisandro Amado